Tiara ha sido una excusa, un impulso tal vez, para iniciar juntos un recorrido hacia adentro en el intento de vernos y expresarnos desde las imágenes de nuestro territorio.

El interés común por la fotografía y por la formación nos une como grupo y es así como en el transitar por pueblos, caseríos, cementerios y caminos detonan nuevas búsquedas personales y estéticas que abordamos con la metodología de la discusión, el diálogo y la creación. Recuperamos el tiempo de la tertulia, la lectura, la conversación y un trabajo de campo desde el disfrute del encuentro humano. Desde el goce de cada reunión, de cada comida compartida vamos construyendo un grupo de trabajo que crece con la critica y el intercambio.

En las escenas atrapadas durante los viajes por pueblos abandonados vamos descubriendo el país que realmente existe y nuestra propia interioridad, tantas veces escondida en lo más recóndito de nuestro ser y que se manifiesta en imágenes cargadas de fuertes contrastes. Imágenes, que desde su silencio de grises y negros, intentan transmitir las reflexiones y emociones a las cuales convocan.

Nos asumimos así, desde el  hallazgo de Tiara, su gente y su historia en un grupo fotográfico que pretende brindar un aporte al país y a la fotografía desde las imágenes honestas y de calidad que cuentan su historia en blanco y negro.

Hemos andado un año ininterrumpido de trabajo y estudio, de mirar y atrapar historias visuales. En este inicio surge la motivación del grupo de compartir lo que hacemos a través de esta primera publicación en forma de calendario. Una breve selección de un repertorio fotográfico mas amplio que seguirá creciendo para ofrecer al país un registro de la memoria de los pueblos desde una visión autoral.

La aspiración, personal y colectiva, de invitar a la reflexión desde estás imágenes nostálgicas y románticas va de la mano de la necesidad vital de crear y de atesorar estos pedazos de país que se niegan a morir, con los cuales convivimos y que casi nunca miramos ni escuchamos. Es una historia que se cuenta desde el silencio contundente del blanco y negro, con la poesía de la luz y las sombras. Una ventana o espejo que nos obliga a mirar  el entorno desde la reflexión y el compromiso.

Marisela Fuentes

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